La adolescencia es una etapa crítica en el desarrollo, marcada por cambios hormonales, emocionales y sociales. Es un período de exploración, búsqueda de identidad y adaptación a las expectativas externas, tanto de la sociedad como de la familia.
Durante este período, la presión social, los estándares de belleza impuestos por los medios y las redes sociales, así como las expectativas familiares o personales, pueden facilitar que se desencadenen comportamientos alimenticios poco saludables. En este contexto, la imagen corporal se convierte en un aspecto central de la vida adolescente, y la constante comparación con ideales poco realistas puede generar inseguridades y llevar a trastornos alimenticios.
¿POR QUÉ LA ADOLESCENCIA ES UNA ETAPA VULNERABLE?
En esta etapa del desarrollo, los/as adolescentes son particularmente susceptibles a desarrollar trastornos alimenticios como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. La constante preocupación por el peso y la apariencia, combinada con una autoimagen frágil, puede llevar a comportamientos extremos como la restricción alimentaria, los episodios de atracones y purgas, o la manipulación extrema de la dieta para alcanzar un cuerpo idealizado.
SEÑALES DE ALERTA QUE NO DEBEMOS IGNORAR
Los trastornos alimenticios en los/as adolescentes a menudo se desarrollan de manera silenciosa y gradual, lo que hace que los padres, madres, amigos/as y familiares no siempre se den cuenta de lo que está ocurriendo. Algunas señales comunes incluyen:
Cambios drásticos en el peso
Uno de los signos que debemos prestar atención son los cambios drásticos en el peso corporal. Estos cambios pueden manifestarse de diferentes maneras: una pérdida de peso rápida y excesiva, o un aumento repentino e inexplicable del mismo.
Los cambios rápidos en el peso además de suponer un riesgo físico inmediato (como la desnutrición o el riesgo de enfermedades metabólicas), también reflejan una relación poco saludable con la comida.
Preocupación constante por la comida o la apariencia física
Esta preocupación puede manifestarse de varias formas, como hablar frecuentemente sobre la necesidad de perder peso o mostrar insatisfacción continua con el propio cuerpo.
La constante obsesión con la comida y la apariencia física puede ser agotadora tanto a nivel emocional como psicológico, y a menudo refleja una baja autoestima o una necesidad de control en un momento de la vida en que los/as adolescentes experimentan cambios y desafíos significativos.
Evitación de comidas en grupo
El temor a perder el control frente a la comida es una de las razones por las que muchos/as adolescentes prefieren evitar las comidas compartidas. El comer en público puede generarles una sensación de vulnerabilidad, especialmente si están limitando su ingesta o siguiendo dietas muy estrictas. Además, la presión de tener que comer lo que otros esperan que coman, o la preocupación de que su apariencia física sea juzgada por los demás, contribuye a una profunda incomodidad.
Las comidas familiares, los almuerzos con amigos/as o las celebraciones suelen convertirse en momentos de ansiedad, que los/as adolescentes con trastornos alimenticios tienden a evitar. Esta conducta puede manifestarse de diversas maneras, desde buscar excusas para no asistir a una comida hasta simplemente quedarse callado/a y no participar activamente en el acto de comer.
La evitación de las comidas también puede estar relacionada con el deseo de ocultar comportamientos alimentarios poco saludables, como comer en exceso o restringir la cantidad de comida.
A medida que la evitación de las comidas se convierte en un patrón, el/la adolescente puede empezar a aislarse socialmente, lo que puede afectar negativamente sus relaciones interpersonales.
Aislamiento social
En lugar de participar en actividades sociales o de pasar tiempo con amigos/as y familiares, los/as adolescentes con trastornos alimenticios tienden a retirarse y pasar más tiempo a solas. Este aislamiento puede manifestarse de diversas maneras: evitar encuentros familiares, no asistir a eventos sociales, o preferir quedarse en su habitación durante largos períodos de tiempo.
Una de las razones principales detrás de este comportamiento es la vergüenza o el miedo que sienten al ser juzgados/as por su apariencia física o sus hábitos alimentarios.
El aislamiento también puede estar relacionado con la necesidad de controlar su entorno. Los/as adolescentes que restringen la ingesta de alimentos, o que siguen comportamientos de purga, pueden sentirse más seguros/as al hacerlo en privado, lejos de las miradas ajenas. Además, aquellos/as que luchan contra la bulimia o el trastorno por atracón pueden temer ser sorprendidos/as durante sus episodios de atracones, por lo que prefieren evitar situaciones sociales en las que podrían sentirse incómodos o avergonzados.
Cambios de humor repentinos o depresión
Los cambios emocionales abruptos pueden manifestarse en forma de irritabilidad, tristeza inexplicable, ansiedad o una sensación de desesperanza. La intensidad de estos altibajos emocionales puede ser desconcertante tanto para el/la adolescente como para las personas a su alrededor, pero es importante comprender que suelen estar directamente relacionados con el estrés y la presión interna provocada por la relación con la comida y la imagen corporal.
LA IMPORTANCIA DE LA INTERVENCIÓN TEMPRANA
La detección temprana de un trastorno alimenticio es crucial para evitar que se convierta en un problema crónico que afecte la salud física y emocional a largo plazo. Los/as adolescentes que sufren de trastornos alimenticios corren un riesgo mayor de sufrir de desnutrición, trastornos hormonales, daño a órganos vitales y problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión y los trastornos de la conducta.
EL CAMINO HACIA LA RECUPERACIÓN
El tratamiento de los trastornos alimenticios en adolescentes debe ser integral, abordando tanto los aspectos emocionales como los físicos. La psicoterapia, en particular la terapia cognitivo-conductual, ha demostrado ser altamente efectiva en el tratamiento de estos trastornos, ayudando a los/as jóvenes a identificar y cambiar patrones de pensamiento y conductuales disfuncionales relacionados con la alimentación y la imagen corporal. En Consulta Goya, potenciamos la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) con EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular), lo que permite un enfoque más completo y eficaz. Al integrar EMDR, ayudamos a procesar traumas y emociones subyacentes, lo que favorece una mayor resiliencia emocional y facilita el avance en el tratamiento, promoviendo una recuperación más rápida y duradera.
En muchos casos, también es necesario trabajar en equipo con otros/as profesionales de la salud, como médicos, nutricionistas y psiquiatras, para asegurar una recuperación completa y equilibrada. La implicación de la familia y el apoyo emocional constante son fundamentales en este proceso.
En Consulta Goya contamos con un departamento especializado en trastornos de la alimentación, donde ofrecemos tratamientos integrales adaptados a las necesidades de cada paciente. Además, para apoyar a las familias y al entorno cercano, organizamos talleres especializados que también están disponibles para su compra online. Entre ellos se encuentran el Taller para Padres, Madres y Familiares de Personas con un Trastorno de la Conducta Alimentaria, y el taller sobre Medios de Comunicación, Autoestima, Autoimagen y Autoconcepto.
Estos talleres están diseñados para proporcionar herramientas prácticas y emocionales que mejoren la comprensión y el manejo de los trastornos alimenticios, tanto para los padres como para los adolescentes. Si deseas más información o tienes alguna consulta, no dudes en contactarnos. Estamos aquí para ayudarte.