HIPOCONDRIA
Susana Zazo Díaz | Psicóloga General Sanitaria

La hipocondría es un trastorno psicológico que se caracteriza por una preocupación irracional a padecer o contraer una enfermedad grave.
Es normal que la gente tenga miedo de contraer una enfermedad, pero en el caso de la gente con hipocondría este miedo es tan angustioso que no les permite llevar una vida plena, ya que la preocupación constante por su salud hace que se alarmen con facilidad ante cualquier signo que pudiera suponer una enfermedad.
Fruto de esta ansiedad la persona tiene comportamientos excesivos relacionados con la salud, como comprobar repetidamente su cuerpo por si hubiera algún signo de enfermedad, acudir con frecuencia al médico, buscar información en internet, etc. Además, la preocupación persiste a pesar de las exploraciones y explicaciones médicas apropiadas.
En general, las personas con hipocondría manifiestan una propensión a vigilar en exceso el estado de su cuerpo, atender y seleccionar determinadas sensaciones poco frecuentes y a inclinarse a considerar dichas sensaciones como peligrosas e indicadoras de enfermedad.
El trastorno puede iniciarse a cualquier edad, pero lo más frecuente es que empiece en los primeros años de la vida adulta.
Es frecuente que estas personas manifiesten sentirse poco comprendidas por su entorno, aunque por otra parte les entiendan. Con frecuencia acuden a terapia avergonzados ya que, aunque ellos son conscientes de que esta preocupación seguramente sea exacerbada y sus conductas irracionales, sienten tal angustia que no pueden evitar hacerlas.
La persona con hipocondría sufre mucho. No se da cuenta de que, en realidad, la búsqueda constante de respuestas es la trampa en la que se encuentra y que la clave para salir de ella es dedicar esos esfuerzos en aprender a convivir con el riesgo a enfermar, pero este trabajo tiene que hacerse atendiendo a los componentes emocionales que surgen al mirar esta realidad, por eso por mucho que se le explique o consulte a médicos el hipocondríaco nunca se queda tranquilo a largo plazo.
Aprender a convivir con la posibilidad de enfermar supone dejar de luchar y contactar con la parte de vulnerabilidad e indefensión que en realidad está debajo de ese miedo y que estas personas, acostumbradas a tener cierto control de sus cosas y solucionar los problemas, no se permiten sentir.
¿Y SI TENGO ALGO? LOS CHEQUEOS

Los comportamientos que puede realizar una persona para intentar ganar tranquilidad son muy variados, pero hay algunos frecuentes: chequear su cuerpo, acudir con frecuencia a los médicos, hacerse más pruebas de las recomendadas por los profesionales (o, por el contrario, evitar hacerse pruebas ante la angustia a que les encuentren algo), buscar sus síntomas en internet para encontrar explicaciones, preguntar a su entorno, etc.
Todas estas conductas, a largo plazo, mantienen el trastorno hipocondríaco porque, aunque en el momento pueden llegar a aliviar el miedo y calmar la ansiedad, este alivio es transitorio, ya que antes o después aparecerá un nuevo “síntoma” que les pondrá de nuevo en alerta. Al final, lo que hace que la persona vea deteriorada su vida es la constante preocupación y el frecuente estado de alerta que con dichos comportamientos sin querer propicia: entrena a su cerebro a identificar cualquier posible cambio corporal y a estar pendiente de él, con la carga mental y emocional que esto supone.
Por otro lado, pedirle a una persona con tanta angustia que no realice estas comprobaciones o chequeos no es realista, y si en algún momento deja de hacer alguno, será soportando un nivel de ansiedad tal que seguramente su propósito no se mantenga a largo plazo. Por eso, lo primero es ayudarla a manejar su ansiedad y “prepararla” psicológicamente para que sea ella misma quien elija ir progresivamente disminuyendo algunas de estas conductas, al entender y asumir emocionalmente que a largo plazo es lo que está destrozando su vida, siempre enseñándole previamente herramientas de manejo de la ansiedad y el miedo que aparecerá al ir eliminando sus “muletas”.
Por otra parte, es cierto que las personas con hipocondría tienen un umbral de detección de síntomas físicos menor que los demás, por lo que detectan cualquier cambio o signo corporal con mayor facilidad. Es decir, sus síntomas son reales. Han entrenado a su mente a la autoobservación y es frecuente que noten ciertas sensaciones que a otros pasarían desapercibidos. Por eso se sienten tan incomprendidos cuando su entorno les dice que “no tienes nada”.
TRATAMIENTO DE LA HIPOCONDRIA
En Consulta Goya los profesionales llevamos más de una década trabajando con pacientes que presentan este problema.
Siempre incorporando las últimas aportaciones científicas y personalizando cada intervención, adaptada a cada paciente. Entendemos que, si bien en general el tratamiento es el que es, cada persona tiene un ritmo y unas necesidades que es preciso identificar para ir por uno u otro camino.
La intervención va dirigida a que la persona aprenda a convivir con su miedo a enfermar sin que éste interfiera de manera significativa en su vida. Para ello, se tienen en cuenta los aspectos cognitivos, emocionales y conductuales que están manteniendo el trastorno y se le enseñarán técnicas de manejo de los síntomas problemáticos.
La Terapia Cognitivo Conductual y la Terapia de Aceptación y Compromiso se han mostrado muy efectivas en el tratamiento del trastorno por hipocondría y será el marco teórico en el que basemos nuestra intervención, pero si no identificamos e intervenimos también sobre los aspectos emocionales que hay debajo de este miedo dicha intervención pierde eficacia. Es importante, por tanto, atender todos estos aspectos y darles forma en cada paciente en particular para hacer un trabajo integral que le permita mejorar su bienestar psicológico y retomar las riendas de su vida.