INSOMNIO

Susana Zazo Díaz | Psicóloga General Sanitaria
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El insomnio es un trastorno del sueño que se caracteriza por la dificultad para dormir, ya sea para iniciar el sueño, para mantenerlo o por tener un despertar temprano y no poder volver a dormir.

El trastorno de insomnio es el trastorno del sueño más frecuente.

En muchas ocasiones el insomnio es un problema secundario a otras problemáticas, aunque finalmente se pueda convertir en un trastorno en sí mismo.

Para que sea considerado un trastorno de insomnio la dificultad para dormir debe ocurrir a pesar de tener oportunidades para hacerlo adecuadamente.

CRITERIOS DIAGNÓSTICOS

El insomnio tiene un componente subjetivo, pero se suelen utilizar algunos criterios con el fin de establecer una definición concreta del trastorno por insomnio. El Manual de Diagnóstico y Clasificación de los Trastornos Mentales (DSM 5) publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, 2013) establece que la insatisfacción por la cantidad o calidad del sueño debe asociarse a uno o más de los siguientes síntomas:

  1. Dificultad para iniciar el sueño.
  2. Dificultad para mantener el sueño: despertares frecuentes o problemas para conciliar el sueño después de despertar.
  3. Despertar pronto por la mañana con incapacidad para volver a dormir.

Estas dificultades en el dormir se producen al menos tres noches por semana y están presentes durante un mínimo de tres meses (en el caso de que dure menos sería considerado un insomnio episódico) a pesar de las condiciones favorables para dormir.

El insomnio puede ser:

  • Específico: si dura entre uno y tres meses.
  • Persistente: si dura tres meses o más.
  • Recurrente: si ha habido dos o más episodios en el plazo de un año.

EVALUACIÓN DEL INSOMNIO

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Es necesario una evaluación clínica muy cuidadosa donde se tengan en cuenta variables fisiológicas, motoras y psicológicas.

La historia clínica debe incluir las dificultades específicas del insomnio relatadas por el paciente, los patrones de sueño-vigilia (¿cómo y cuándo duerme?), las condiciones previas al sueño (¿qué hace para dormir?), el ambiente (¿dónde duerme?) y cualquier síntoma relacionado con el insomnio y las consecuencias diurnas.

Dado que la necesidad de sueño está determinada por diferentes factores (edad, sexo, patrones de sueño…) se hace preciso evaluar en cada caso particular qué grado de patología supone esta disminución de la capacidad de dormir y tener en cuenta la necesidad de sueño característica de cada persona.

También es necesario descartar que el insomnio no sea debido a otras afecciones médicas o secundario a algún trastorno psicopatológico. Puede estar relacionado, por ejemplo, con trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo o trastornos de alimentación, entre otros.

En definitiva, lo más adecuado es una evaluación multidisciplinar donde se identifiquen aquellos componentes que pueden influir o ser causa del trastorno, ya sean relacionados con el contexto, la conducta, el organismo o el tiempo circadiano.

CÍRCULO VICIOSO QUE AYUDA A CRONIFICAR EL INSOMNIO

Ante la dificultad para dormir, algunas personas desarrollan un estado de ansiedad asociado que, paradójicamente, hace que les sea difícil conciliar el sueño o bien que éste sea menor de lo deseado si existen despertares precoces.

La preocupación por no dormir y por las consecuencias que tendrá al día siguiente pueden llevar a la persona a intentar controlar voluntariamente el ciclo vigilia-sueño. Este intento de control tiene un efecto opuesto, pues lo que consigue es incrementar la activación fisiológica y, por tanto, la dificultad para dormir, generando así un proceso circular de ansiedad ante el dormir.

Además, la preocupación por no dormir y por las consecuencias que tendrá al día siguiente hace que la persona vaya desarrollando un estado de hipervigilancia y alerta en el momento de irse a dormir (o incluso antes), convirtiéndose este momento en algo temido y que puede llegar a tener presente el resto del día, anticipando cómo será la noche. 

Todo este estado de agitación y nerviosismo puede hacer que, aunque la persona haga lo adecuado para conciliar el sueño o no despertarse, no termine de conseguirlo.

Si esta situación de lucha y control del dormir se va haciendo cada vez más frecuente finalmente puede llegar el momento donde al acostarse la persona vaya predispuesta a no dormir.

Existen algunos factores que pueden favorecer este escenario como, por ejemplo, tener rasgos obsesivos de personalidad, una excesiva sensibilidad al cansancio, actitudes erróneas con respecto al sueño y las consecuencias del insomnio o una necesidad excesiva de control.

Otros factores que pueden predisponer a desarrollar un trastorno de insomnio son el sedentarismo, tener un despertar fácil, edad avanzada, una historia personal o familiar de insomnio, hábitos de sueño no saludables o alguna enfermedad física o psiquiátrica, entre otros.

TRATAMIENTO DEL INSOMNIO

Los objetivos principales en el tratamiento del insomnio son mejorar la calidad y cantidad del sueño y las dificultades diurnas relacionadas con él.

La terapia cognitivo-conductual dispone de un amplio repertorio de técnicas de tratamiento. Se trata de una intervención global sobre todos aquellos factores que pueden ser causa de la alteración del sueño o lo estén manteniendo, aunque incidiendo sobre aquellos déficits o desajustes detectados en la evaluación.

La terapia cognitivo conductual hace hincapié tanto en los aspectos conductuales como en los cognitivos y emocionales. Se emplearán aquellas técnicas en cada una de estas dimensiones que mejor se adapten a cada caso particular, incluyendo la terapia de control de estímulos, el entrenamiento en meditación, relajación y/o respiración, la restricción del tiempo de sueño, diversas técnicas cognitivas, de biofeedback y medidas de higiene del sueño.

Cuando la causa o el principal factor de mantenimiento del insomnio es la ansiedad que genera el no dormir la técnica más adecuada sería la intención paradójica.

La ansiedad también puede ser generada por los propios pensamientos. Algunas personas, en el momento en el que se van a dormir o se despiertan prematuramente, no pueden evitar comenzar a planificar las actividades del día siguiente, dar vueltas a algún problema tratando de resolverlo, recordar algo que les está afectando, etc. En estos casos se pueden utilizar distintas técnicas orientadas a enseñar a la persona a retomar el control de la situación.

El programa de intervención tiene como objetivo final conseguir un buen descanso y una buena relación de la persona con la actividad del dormir.

Tratamiento combinado

En ocasiones el tratamiento psicológico se combina con el farmacológico. Tras una detallada evaluación del trastorno de insomnio el psiquiatra o la psiquiatra elegirá el psicofármaco y la dosis que mejor se adapte a cada paciente.

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