TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
Susana Zazo Díaz | Psicóloga General Sanitaria

El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT) es un trastorno que puede desencadenarse tras la vivencia de una experiencia traumática cuando la persona que lo ha experimentado reacciona con una gran ansiedad y angustia ante cualquier estímulo relacionado con éste y se ve desbordada por la aparición de flashbacks y pensamientos intrusivos asociados al mismo tratando, sin éxito, de evitarlos.
En el Trastorno de Estrés Postraumático los síntomas centrales giran en torno a las intrusiones y a la evitación de los recuerdos asociados al propio evento traumático.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM 5) lo define como un trastorno que “surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, que causarían por sí mismos malestar generalizado en casi todo el mundo” (DSM 5, APA 2013).
Si los síntomas ocurren durante el primer mes entonces podríamos hablar de Trastorno de Estrés Agudo (TEA).
CARACTERÍSTICAS DEL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
Según el DSM 5 los criterios para el diagnóstico de un Trastorno de Estrés Postraumático serían:
A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una (o más) de las formas siguientes:
- Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).
- Presencia directa del suceso(s) ocurrido(s) a otros.
- Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o accidental.
- Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s) traumático(s) (por ejemplo: socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantil).
B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza después del suceso(s) traumático(s):
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Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso(s) traumático(s)Sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar.
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Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el afecto del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s).
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Reacciones disociativas (por ejemplo, escenas retrospectivas) en las que la persona siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente).
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Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
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Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza tras el suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:
- Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
- Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
D. Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas al suceso(s) traumático(s), que comienzan o empeoran después del suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes:
- Incapacidad para recordar un aspecto importante del suceso/s traumático/s (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral, alcohol o drogas).
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Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo (por ejemplo, “estoy mal,” “no puedo confiar en nadie,” “el mundo es peligroso,” “tengo los nervios destrozados”).
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Percepciones distorsionadas persistentes sobre la causa o las consecuencias del suceso/s traumático/s que hace que el individuo se culpe a sí mismo o a los demás.
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Estado emocional negativo persistente (por ejemplo, miedo, terror, enfado, culpa o vergüenza).
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Disminución importante del interés o la participación en actividades significativas.
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Sentimiento de desapego o distanciamiento de los demás.
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Incapacidad persistente para experimentar emociones positivas (por ejemplo, felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).
E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al suceso/s traumático/s, que comienza o empeora después del suceso/s traumático/s y que se pone de manifiesto por dos (o más) de las características siguientes.
- Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física contra personas u objetos.
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Comportamiento imprudente o autodestructivo.
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Hipervigilancia.
- Respuesta de sobresalto exagerada.
- Problemas de concentración.
- Alteración del sueño (por ejemplo, dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sueño inquieto).
F. La duración de la alteración (criterios B, C, D y E) es superior a un mes.
Es necesario especificar si el trastorno lleva asociados síntomas disociativos (despersonalización o desrealización).
Aunque muchas personas sufren experiencias traumáticas, la mayoría de ellas no presentan cuadros de TEPT ni respuestas de estrés clínicamente significativas. Es normal que los días o semanas posteriores al suceso las personas experimenten los síntomas citados, pero únicamente mantenidos por más de un mes podría ser indicativo de un TEPT.
Es importante destacar que lo que determina que un suceso sea o no traumático es la experiencia subjetiva del mismo, por lo que la exposición a una situación traumática es una condición necesaria pero no suficiente para desarrollar un TEPT. Ante una misma situación las personas pueden reaccionar de modo distinto.
Lo que caracteriza al TETP, como a cualquier trauma, es la quiebra de los sentimientos de seguridad, control y justicia, así como la dificultad de integrar la experiencia vivida, de tal forma que las personas que lo sufren actúan con un estilo de alerta y supervivencia que les impide llevar una vida normal.
El trauma destroza el sistema de creencias acerca del mundo desde el que la persona se relacionaba saludablemente con su entorno, disminuyendo así la confianza en los otros y afectando a las relaciones sociales.
Existen ciertos factores que pueden favorecer la aparición de mayores niveles de estrés:
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Algunos son factores relacionados con la propia persona, como la historia de aprendizaje, haber padecido experiencias traumáticas previas, dificultad para adaptarse a los cambios, un estilo cognitivo rígido, la falta de apoyo social percibido o tener otros trastornos psicopatológicos, entre otros.
- Otros son factores propios del suceso, como la gravedad e intensidad de éste, la intencionalidad o la percepción de incontrolabilidad. Aquellos sucesos que son fruto de la intencionalidad y premeditación de otras personas suelen producir síntomas clínicos más intensos y duraderos que los debidos a causas accidentales o fortuitas, como las catástrofes naturales o los accidentes.
Además, cuando está implicada la actuación voluntaria de otras personas aparecen síntomas más allá de las dimensiones psicológicas individuales, como la desconfianza hacia los demás o la sociedad, sentimientos de humillación, odio, resentimiento, polarización social, etc. En una palabra, el trastorno de estrés postraumático se convierte en un trauma psicosocial.
El Trastorno de Estrés Postraumático se asocia con otros trastornos psicológicos, como los trastornos del sueño, del estado de ánimo, de ansiedad y de abuso de sustancias, especialmente.
TRATAMIENTO DEL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Aunque los efectos del trauma resultan devastadores tanto a nivel individual como a nivel social existen diferentes herramientas que nos permiten abordarlo y disminuir o eliminar sus efectos.
En el tratamiento del Trastorno de Estrés Postraumático el objetivo terapéutico final es que la persona incorpore la experiencia sufrida a su autobiografía personal, para que su recuerdo no le bloquee o le provoque una fuerte carga emocional y pueda recuperar su vida. Para ello uno de los objetivos principales será que la persona reprocese la situación o situaciones traumáticas y les dé sentido, reconstruyendo el episodio mediante una narración coherente y organizada.
Recordar y verbalizar o escribir la experiencia vivida en un ambiente de seguridad ayudará a ir procesando la experiencia traumática, pero no basta con narrar lo vivido o exponer simplemente a alguien al trauma, es necesario reexperimentarlo para procesarlo y reintegrarlo en el contexto general de su vida, por eso es importante no precipitarse y que se haga en el momento de la terapia que el especialista en el trabajo con trauma considere que el paciente ya está preparado para ello, para evitar el fenómeno de retraumatización.
Existen diferentes herramientas que pueden ayudarle a tal fin y que el profesional irá eligiendo en función del momento de la terapia y de las características del paciente.
Entre estas herramientas destaca especialmente la técnica EMDR (acrónimo en inglés de Eye Movement Desensitizaion and Reprocessing) (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares). La combinación de las fases del procedimiento estándar del EMDR y la estimulación bilateral ayuda a desensibilizar los pensamientos perturbadores y a reprocesar las experiencias traumáticas.
La técnica EMDR se ha mostrado muy eficaz en el TEPT, pero en traumas más complejos se hace necesario utilizar técnicas complementarias para poder abordar las experiencias traumáticas.
También será necesario abordar otros síntomas que durante el proceso de evaluación el psicólogo o psicóloga haya identificado como fuente de malestar y que interfieren en su funcionamiento y calidad de vida, priorizando aquellos objetivos de intervención que requieran una intervención inmediata, para posteriormente poder trabajar el trauma en sí. Para ello, se elegirán aquellas herramientas de los distintos enfoques terapéuticos que considere que pueden ayudar en su abordaje.