DUELO PSICOLÓGICO

Susana Zazo Díaz | Psicóloga General Sanitaria
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El duelo es el proceso que se experimenta ante la pérdida de alguien o algo importante.  No es un trastorno ni una enfermedad, aunque muchas veces se tiende a patologizar.

El duelo es un proceso normal, adaptativo, que nos permite adaptarnos a la vida sin un ser querido o sin aquello que hemos perdido. No requiere, en la mayoría de los casos, de intervenciones específicas, siempre que el doliente disponga de los recursos adecuados para hacer frente a la situación.

Hablar de duelo no implica únicamente hablar de la muerte o la pérdida de alguien a quien queremos. Podemos sufrir otro tipo de pérdidas no tangibles (un trabajo, una oportunidad, un estilo de vida, unos planes que no se cumplen…) que también requieren ser elaboradas para poder continuar sanamente con nuestra vida. 

No obstante, en esta entrada nos vamos a centrar en el proceso que experimenta una persona ante la pérdida de un ser querido.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE RESPETAR EL PROCESO DE DUELO?

Gracias al trabajo de elaboración del duelo, con el tiempo aprendemos a enfrentar la muerte y a recontextualizar la pérdida para, finalmente, poder adaptarnos a la ausencia del ser querido.

Cada duelo es único y hay que respetar el ritmo y la forma de abordar la pérdida de cada persona. La duración es, por tanto, variable.

La mayoría de las veces no requiere de intervención psicológica, aunque siempre se puede acompañar al doliente en su proceso.

El término de “duelo normal” o no patológico abarca un amplio rango de sentimientos, emociones, cogniciones y comportamientos que son normales después de una pérdida.

A nivel emocional aparecen distintos sentimientos y emociones. Algunos de ellos son:

La tristeza. Es el sentimiento más común, aunque a veces es difícil conectar con ella o se trata de evitar. Sin embargo, evitar sentir pena puede ocasionar problemas a largo plazo y favorecer un duelo complicado. La tristeza debe ser experimentada, no sólo expresada.

Sensación de irrealidad, incluso cuando la muerte o la pérdida es esperada.

El enfado se experimenta con mucha frecuencia, aunque a menudo el doliente se siente avergonzado y desconcertado por sentirse así. A veces, ni siquiera es consciente de este sentimiento y puede ser la base de muchos problemas futuros a la hora de superar una pérdida. Es un sentimiento que es necesario aprender a reconducir para canalizar adecuadamente.

Desamparo. En la pérdida de cualquier persona importante hay una tendencia a sentirse desamparado, incapaz de existir sin esa persona.

La angustia es otro sentimiento que con frecuencia se experimenta tras la muerte de un ser querido (o cualquier tras cualquier otra pérdida importante). La mayoría de la gente se refiere a ella con una sensación de opresión en el pecho, incluso dolorosa, que le impide respirar bien. A veces puede llegar a desembocar en síntomas de ansiedad o pánico.

El anhelo. Se refiere al deseo de volver a estar con esa persona.

La culpa y el autorreproche son también experiencias que algunos dolientes experimentan. Normalmente se manifiesta respecto a algo que se hizo o no se hizo y podría (“debería”) haberse hecho (o se dijo o no se dijo). La mayoría de las veces esta culpa es irracional y tenderá a disminuir con el tiempo. Sin embargo, existen algunos casos en los que la culpa puede ser real y se requieren intervenciones para resolverla que no tienen que ver con la confrontación con la realidad y que empiezan por aprender a sustituir la etiqueta “culpa” por “grado de responsabilidad”.

La ansiedad es una de las emociones más frecuentes. Puede ir desde unas leves sensaciones físicas hasta síntomas más fuertes que pueden desembocar en ataques de pánico que en ocasiones requieren de intervención. Normalmente viene del miedo a abrirse al dolor y la tristeza que en ese momento lo impregna todo, miedo a no poder salir adelante, a desarrollar una depresión… en definitiva, miedo a no poder seguir adelante sin esa persona.

Estas son algunas de las emociones y sentimientos que pueden experimentarse durante el proceso de duelo, pero lo cierto es que cualquier sentimiento o emoción puede aparecer en cualquier momento y es necesario aprender a identificarlos y permitir su expresión, pues siempre cumplen una función, aunque a veces no entendamos su lógica. Es importante tener en cuenta que el estado emocional es cambiante, con subidas y bajadas. Unos días (o momentos) predomina más una emoción y otros momentos otra. Esto desconcierta mucho al doliente, por eso es importante recordar que es parte del proceso y que con el tiempo irá disminuyendo este maremágnum emocional.

También es usual la aparición de determinadas sensaciones físicas. Las más frecuentes son sensación de nerviosismo, vacío en el estómago, opresión en el pecho, opresión en la garganta, dolor de cabeza, falta de aire y fatiga o cansancio extremo. También suele verse alterado el sueño (hipersomnia o, por el contrario, dificultad para conciliar o mantener el sueño, despertares precoces o sueños con el fallecido) y el apetito.

A nivel mental, la persona puede experimentar sensación de embotamiento, dificultades de concentración, atención y memoria, pensamientos recurrentes sobre el fallecido o las circunstancias que rodearon la pérdida, flashbacks, preocupaciones recurrentes… Ciertos tipos de pensamientos son normales en las diferentes fases del duelo. La mayoría irán desapareciendo progresivamente, pero algunos pueden persistir y desencadenar problemas de ansiedad o depresión que es necesario atender.

Existen también una serie de conductas específicas que se asocian con duelos normales, como conductas de aislamiento social, evitar lugares, personas u objetos que recuerden a quien hemos perdido o, por el contrario, buscarlas activamente como una forma de sentirse conectado/a con él/ella, llorar, desorganización en las actividades diarias, conductas distraídas

¿CUÁNDO ACABA EL PROCESO DE DUELO?

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El duelo es un proceso a largo plazo. Cada persona tiene su ritmo y su propio proceso que hay que respetar y acompañar. Una señal que puede indicarnos que el duelo está llegando a su fin es cuando el doliente es capaz de recordar a la persona y hablar de él o ella sin sentir un dolor desgarrador (que no significa que no sienta pena o tristeza).

¿CUÁNDO DEBERÍA BUSCAR AYUDA?

La mayoría de las personas no requiere de atención especializada en su proceso de elaboración de duelo. Sin embargo, algunas personas pueden sentirse bloqueadas o desbordadas por la situación y sus emociones e incapaces de hacer frente a la pérdida y deciden buscar ayuda especializada. Es una decisión que cada persona debe tomar libremente, aunque muchas veces planteada por los familiares y allegados que no saben cómo ayudar al doliente.

Algunos síntomas que pueden llevarnos a plantearnos buscar ayuda podrían ser:

  • Dificultades continuas de funcionamiento en nuestro día a día.
  • Emociones muy intensas que nos desbordan: ansiedad, angustia, ira, desesperación extrema…. 
  • Altos niveles de desesperanza mantenidos en el tiempo.
  • Pensamientos e ideación suicida.
  • Fuertes síntomas físicos.
  • Apatía y desmotivación extrema tiempo después.
  • Abuso de sustancias para poder afrontar el día a día.

Aunque cualquiera de estos síntomas puede ser signo de un duelo normal, su presencia continuada podría hacernos sospechar de la necesidad de buscar asesoramiento o intervención especializada.

En Consulta Goya contamos con un equipo de psicólogas y psiquiatras especialistas en duelo y trauma. Ayudamos a nuestros pacientes a prevenir la aparición de un duelo complicado, acompañando y facilitando el proceso de adaptación a la pérdida y llevando a cabo un trabajo de reparación del trauma si lo hubiera.

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