El Trastorno Obsesivo Compulsivo en la Infancia y la Adolescencia (Parte II)

Ansiedad, Psicología adolescente, Psicología Infantil, Psiquiatría infanto-juvenil, Trastorno Obsesivo Compulsivo
Susana Zazo Díaz | Psicóloga General Sanitaria

Tanto en los niños como en los adolescentes las obsesiones y compulsiones trastocan de manera significativa su vida, ya que interfieren tanto en su vida familiar y social como en su rendimiento académico y su ocio tiempo libre , provocando importantes problemas de autoestima y bajo estado de ánimo.

El TOC está asociado con una menor calidad de vida, siendo mayor el deterioro cuanto más graves sean los síntomas. Un comienzo más temprano y una mayor duración del trastorno están asociados con una mayor interferencia (DSM-V, 2013).

Es especialmente perjudicial en estas etapas del desarrollo porque se trata de un período en el que se desarrollan muchas habilidades y competencias.

En el caso de los niños, la vida puede resultar muy estresante y múltiples estudios han demostrado el efecto nocivo del estrés en el desarrollo cerebral.

Es estresante por muchos factores. Por ejemplo, los rituales les llevan mucho tiempo, lo que con frecuencia provoca que lleguen tarde a sus actividades cotidianas o que falten a ellas. También es frecuente que muchos de esos rituales se den por la noche al acostarse, por lo que tardan en irse a la cama y pueden estar cansados durante el día, rindiendo peor. Es normal que todo este estrés los ponga tristes e irritados.

Sus obsesiones y compulsiones también pueden impedirles disfrutar libremente del juego y sus amigos, como ocurre por ejemplo en el caso de las obsesiones de contaminación o suciedad o aquellas que involucran al otro.

En el colegio algunas obsesiones como las de simetría y perfección les llevan a realizar rituales como revisar, borrar y rehacer las tareas varias veces, afectando a su atención y concentración y, en última instancia, a su cumplimiento, provocando un peor rendimiento escolar.

Algunos niños se sienten aislados y son objeto de burlas por parte de otros niños. Otros tienden a aislarse por la vergüenza que sienten o para evitar el malestar. Los niños más mayores y los adolescentes pueden sentirse ridículos o raros e intentar por todos los medios esconder su problema o alejarse de sus compañeros, lo que hace que se vean resentidas sus relaciones sociales y su autonomía.

Algunos tipos de obsesiones pueden tener efectos negativos para la salud. Por ejemplo, las obsesiones de contaminación pueden hacer que eviten ir al médico o que desarrollen problemas dermatológicos, por el exceso de lavado. Los rituales también también pueden interferir en las horas de sueño, descanso y en la alimentación.

¿Cómo afecta a las familias?

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La vida de toda la familia se ve afectada cuando un niño o adolescente desarrolla un TOC. Al principio, los rituales pueden pasar desapercibidos o confundirse con “manías de niños”, pero esto cambia cuando los padres perciben que el niño necesita con urgencia realizar esas conductas y parece ansioso o frustrado cuando no puede finalizar sus rituales.

Además, es frecuente que los niños involucren a sus familiares de alguna manera, haciéndoles parte de sus rituales, imponiendo reglas y prohibiciones en la convivencia o buscando una continua seguridad en ellos.

Ejemplos de estas situaciones: cuando exigen que sus familiares se laven al llegar de la calle o cuando tocan ciertos alimentos, que la casa, la ropa o las sábanas se laven con excesiva frecuencia; que revisen sus tareas; que les aseguren que no han hecho nada malo, que les ayudan con sus rituales al acostarse, comer, estudiar; que no toquen sus cosas, etc.

Todo esto provoca tensión y estrés en la familia e incluso a veces problemas de pareja. Con frecuencia los padres y hermanos sienten que deben cambiar sus rutinas diarias para adecuarse al niño y evitar su ansiedad o enfado. También con frecuencia manifiestan problemas en sus relaciones interpersonales, actividades de ocio y cuestiones económicas. Es normal que los padres pasen por diferentes estados emocionales que van desde el miedo y la angustia al enfado, la culpa o la frustración. No saben cómo reaccionar y si es bueno o no lo que hacen. A su vez, lo hermanos pueden sentirse confundidos, enfadados y hartos.

De hecho, en el trabajo psicoterapéutico con los niños y adolescentes los padres y familiares juegan un papel fundamental. Es necesario ayudarles a reconocer los comportamientos típicos del trastorno y enseñarles pautas de comportamiento frente a éstos.

Por otra parte, en la escuela, proporcionar información a los profesores les ayudará a entender sus necesidades y hacer los ajustes necesarios para apoyarles, contribuyendo de esta manera a tener éxito en lo académico y a mejorar sus habilidades sociales y su autoestima.

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